Llanura y azafrán.

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viernes, 8 de diciembre de 2017

DE LA MANO DE MELCHOR DÍAZ-PINÉS EN ESTE 2.017

                      
Con cierto pudor, por hablar de mi padre, me lanzo a escribir sobre él en este nuevo aniversario de su muerte, el 19 de octubre de 1.981.
He vuelto a leer el artículo de Manuel Rodríguez Mazarro, publicado en el nº 87 de Siembra, de noviembre-diciembre de 1.981. El título es “Recordando a Melchor Díaz-Pinés”. Lo encabeza un párrafo del capítulo VI de El Quijote: Por estas asperezas se camina de la inmortalidad al alto asiento, do nunca arriba quien de allí declina.
Entresaco algunos fragmentos de dicho artículo, que, con la perspectiva de los años transcurridos, tienen aún más valor: Cuando se publicaban los programas de festejos entre los años 50 y 70, no se podían componer sin contar con el artículo de Melchor, aunque había que insistirle varias veces, pues era hombre meticuloso y gustaba entregar los trabajos completos y sin fallos, pero al final el nombre de Melchor Díaz-Pinés aparecía en el programa.
Otro párrafo que corroboro: Tenía buenos amigos, fuera y dentro de su pueblo. Mencionaremos al famoso “Luisillo”, D. José Díaz, D. Antonio Iniesta y tantos otros que entraban y salían de su establecimiento, donde surgían muchas veces tertulias y comentarios que daban pie a las noticias que Melchor difundía, pensando siempre en algo productivo para el pueblo.
Seguiría y seguiría entresacando del artículo tan bonito de Manuel Rodríguez Mazarro, pero bastan esos dos momentos para reflexionar y hacer un paralelismo con la necrología que adjunto de la revista “La Semana Vitivinícola”. Deducimos su buen hacer por el cariño a su campo manchego y un corazón tan grande como su llanura,  capaz de acoger a muchos amigos.
Recuerdo, con gratitud, sus trabajos diarios, nocturnos, con su vieja máquina de escribir y puntualmente llevarlos a la estación de Renfe para que salieran en el Correo y aparecieran al día siguiente en periódicos nacionales. Era un sacrificio gustoso, siempre por el bien de su pueblo, de los suyos, como el hidalgo manchego.
En otras revistas especializadas en el campo también dejó huella: en Agricultura (el Ministerio de Agricultura ha digitalizado sus artículos). También la revista Campo, cuya sección “Campo en La Mancha”, la cubría todos los meses. Más reciente, La Pámpana de Baco, etc
Él siempre quiso estar en segundo plano en la Feria del Campo de Manzanares, pero siempre informaba extensamente en la prensa nacional.
Melchor fue hombre apasionado de todo lo humano noble: miembro fundador, con muchos amigos, de la Peña taurina Sánchez Mejías, autor de la foto del instante de la cogida y que corrió el mundo entero. También empezó con amigos la procesión de la borriquilla del Domingo de Ramos. Otra faceta, además de “La rosa del azafrán”, cuando era joven, fue la del coro para la Misa mayor, en la parroquia de la Asunción, con sus compañeros, antiguos alumnos de los Maristas.
Hay muchas facetas que se quedan para el ámbito familiar, pero en todas ellas es el cariño por su mujer que la llamaba Yayo, mi madre. Eso sería otra historia.



                                                               

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