Llanura y azafrán.

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viernes, 20 de agosto de 2021

Contracorriente…hacia la libertad (IV)

 

                                              foto realizada por Marisa Díaz-Pinés


La actualidad de Tomás Moro

 

El drama de Santo Tomás Moro de asumir la condena por un poder absoluto, arbitrario, sin base ética, por no ir contra los dictados de su conciencia, se repite con frecuencia en las sociedades democráticas de ahora.

Cuando la dictadura del relativismo ejercida desde el poder político, niega toda verdad moral objetiva, está lesionando la conciencia de los ciudadanos.

Cfr Gaudium et Spes 16, Vaticano II. La conciencia es el núcleo más secreto y sagrario del hombre, en el que está sólo con Dios cuya voz resuena en lo más íntimo.

Defendió la primacía de la verdad sobre el poder. Es ejemplo de coherencia moral. Vivió una armonía entre lo natural y sobrenatural junto a su sentido del humor.

Se puede decir de él lo que dijo San Josemaría de la actitud que hemos de tener ante la crisis cultural que estamos viviendo. SURCO, 448:

-Amplitud de horizontes y una profundización enérgica en lo permanente vivo de la ortodoxia católica.

-Afán recto y sano -nunca frivolidad- de renovar las doctrinas típicas del pensamiento tradicional, en la filosofía y en la interpretación de la historia.

-Una cuidadosa atención a las orientaciones de la ciencia y del pensamiento contemporáneos.

-Una actitud positiva y abierta ante la transformación actual de las estructuras sociales y de las formas de vida.

*Así resume San Juan Pablo II los últimos años del Lord Canciller:

“Constatada su gran firmeza en rechazar cualquier compromiso contra su propia conciencia, el rey Enrique VIII, en 1534, lo hizo encarcelar en la Torre de Londres donde fue sometido a distintas formas de presión psicológica (…) Tomás Moro se negó a aceptar juramento (…) Durante el proceso pronunció una apología de las propias convicciones sobre la indisolubilidad del matrimonio, el respeto del patrimonio jurídico basado en los valores cristianos y la libertad de la Iglesia ante el Estado. Condenado por el Tribunal fue decapitado el 6 de julio de 1535 en la Torre de Londres.

jueves, 19 de agosto de 2021

Contracorriente…hacia la libertad (III)

 



Los amigos y el Amigo

Lo testimonian muchos amigos de T. Moro. Vamos a ver lo que ha seleccionado el autor del libro, M Fazio:

Erasmo de Roterdam, humanista: “ Parece haber nacido, haber sido creado para la amistad (…) está abierto a todo el mundo para cerrar la alianza de la amistad (…) Es el que con más atención se dedica a fomentarla, el más constante a su adhesión a ella (…) Goza en tal manera del trato y de los relatos de las personas que considera veraces y adecuadas a su propia manera de ser, que ve en ello la mayor alegría en la vida (…) Quien desee un ejemplo perfecto de amistad verdadera no lo encontrará en nadie mejor que en Moro”.

Fue amigo de los humanistas que compartían con él los deseos de cultura y de renovación de la Iglesia, de los clientes a quien sirvió con honradez, profesionalidad y desinterés, de los funcionarios con quienes compartió responsabilidades públicas, también de los vecinos de Chelsea, tanto de los burgueses como de los artesanos y de los pobres para quienes siempre tenía su casa abierta.

La facilidad de entablar amistad se debe a su buen humor, arraigado en la conciencia de ser hijo de Dios. Humor teñido con ironía -rasgo británico- que mantendrá hasta el mismo momento de la muerte.

Este hombre amigable y abierto no se contentaba con las amistades terrenas; vivía la Comunión de los santos y se sentía unido a las Almas del Purgatorio y a los santos del Cielo. A Moro no le cabía en la cabeza que los lazos que nos unieron en esta vida se disuelvan después de la muerte.

La amistad que desarrolló con más intensidad y profundidad fue la que le unión con Jesús, el Hijo de Dios hecho hombre. Sabía unir todas las realidades temporales: familia, política, abogacía, etc a Jesús, a su vida de oración, de intimidad con Él. Por otra parte sus obligaciones religiosas no le hacían descuidar las realidades terrenas sino que de su piedad, de su vida de oración, sacaba la fortaleza para afrontarlas con la alegría de hijo de Dios; descubriendo detrás de cada circunstancia la mano amorosa de Dios.

Los últimos meses de su vida, en la Torre de Londres, están llenos de heroísmo. La fidelidad a la Voluntad de Dios que manifestó en esos momentos extremos fue preparada por una habitual correspondencia a la Gracia en lo ordinario de cada día de su vida, basada en el trato personal con Jesucristo, por quien murió mártir.

martes, 17 de agosto de 2021

Contracorriente…hacia la libertad (II)

 


Vamos a adentrarnos en la vida de T. Moro.

Se casó con Jane Colt, de 17 años, en 1505. Tuvieron tres hijas y un hijo: Margaret, Elizabeth, Cecile y John. No pudieron tener más porque Jane murió en 1510. Tomas volvió a casarse con Alice Middleton, de carácter fuerte y que ya tenía una hija, Alice también. A las dos esposas las quiso mucho, así como a sus dos hijas adoptadas: Margaret Giggs y Anne Cresacre, que se casó con su hijo John More.

Se preocupó de la educación de sus hijos sin distinción con las chicas que accedieron a la cultura humanista con los mejores maestros y preceptores. Siguió de cerca su educación de tal manera que si se ausentaba de Londres por sus misiones diplomáticas les hacía escribirle todos los días.

En el hogar de T. Moro se respiraba alegría, libertad y piedad. Desprendimiento y amor por los demás.

El autor del libro, Mariano Fazio, destaca la actualidad de T. Moro: “Cristiano ordinario, padre de familia, vivió la unidad de vida. Se santificó en sus actividades familiares y profesionales”.

Termino con unas palabras de San Juan Pablo II: “ Fue durante toda su vida un marido y un padre cariñoso y fiel, profundamente comprometido en la educación religiosa, moral e intelectual de sus hijos. En su casa acogía a yernos, nueras y nietos y estaba abierta a muchos jóvenes amigos en busca de la verdad ó de la propia vocación. La vida en familia permitía, además largo tiempo para la oración común, así como a sanas formas de recreo hogareño.”

 

                                                               Seguiremos…

lunes, 16 de agosto de 2021

Contracorriente…hacia la libertad (I)


                                                Foto realizada por Marisa Díaz-Pinés

Este libro de Mariano Fazio, de editorial “El buey mudo”, me ha proporcionado un subidón en medio del verano. Estudia a tres autores muy significativos para mi, especialmente el primero: T Moro, J H Newman y G K Chesterton.

Los tres amaron a su patria, Inglaterra y los tres sufrieron la persecución, discriminación ó calumnias por parte del poder político ó de la tradición cultural dominante. Por eso los tres, navegaron contracorriente, como dice el autor. Porque entendieron que lo más digno en el hombre, lo que le hace feliz y libre es ser leal a la verdad. Verdad que no oprime ó limita, sino todo lo contario, abre las puertas a un mundo amplio, con aire puro, donde se puede respirar.

La verdad libera (San Juan: “La verdad os hará libres”). La vivió T. Moro en la Torre de Londres. También Newman buscando la verdad se liberó de todas las falacias de una tradición político religiosa que encerraba la mente en los límites estrechos del prejuicio. Chesterton, guiado por el sentido común alcanzó la plenitud de la verdad en la Iglesia Católica que le daba la llave para abrir todas las puertas.

Tomás Moro, nació el 7 de febrero de 1478 en Londres. Murió el 6 de julio de 1535, en la Torre de Londres.

Fue filósofo, historiador, teólogo, político, poeta, estadista, novelista, abogado, juez y diplomático. Miembro del Parlamento, Canciller del Ducado de Lancáster y Lord Canciller de Inglaterra.

Es Patrón de los políticos y gobernantes. Tendríamos que acudir más a él, que falta hace.

La obra destacada es “Utopía” donde relata la organización de una sociedad ideal asentada en una nación en forma de isla del mismo nombre.

En 1535 fue enjuiciado por orden de Enrique VIII , acusado de alta traición por no prestar el juramento antipapista por negarse el Papa al divorcio de Catalina de Aragón, hija de los Reyes Católicos y no aceptar el acta de supremacía que declaraba al Rey como cabeza de la Iglesia de Inglaterra. Fue condenado en la Torre de Londres hasta ser decapitado el 6 de julio de 1535.

 

                                                             (continuaremos)