Llanura y azafrán.
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jueves, 14 de mayo de 2020
Pandemia en zenobia-llanura
Fotografía realizada por Marisa Díaz-Pinés
Todavía en mayo y seguimos con el estado de alerta...
Cuánto tiempo sin escribir en mi blog.
Hoy 14 de mayo, San Matías, apóstol, me lanzo.
¿Qué diré al respecto si no soy médico, enfermera, político, policia, guardia civil...?
Como ser humano diré que estoy todavía viviendo una situación nueva: en casa y saliendo en contadas ocasiones a la farmacia ó al supermercado.
Mi asidero ha sido la oración, el dar paseos por la casa rezando el Rosario y las Comuniones espirituales. El punto de referencia para renovar la paz y la alegría ha sido el saberme hija de Dios, querida.
La lectura, casi siempre al final de la tarde, era renovar la mente y situarla en otro escenario: Toledo, cuando leía "Un sepulcro en el Cielo", de Vintila Horia. Otros días, cogí a Irene Nemiroswky ó a mi poeta, Juan Ramón Jiménez y su mujer, Zenobia Camprubí.
Por la noche, mientras las cenas, algunas series : la de los Médicis, Victoria, etc. Me atraen las series históricas aunque también he visto películas divertidas: "Padre no hay más que uno" ó "Thi Mai rumbo a Vietnam".
No me ha faltado cada día hacer Taichi. Lo aprendí en Las Palmas y me ayuda mucho abrir la ventana, mirar el cielo y empezar. Se me van fuera todas las tensiones, contracciones y emociones.
Además de planchar la ropa de los míos con cariño y detalle, también fregar los cacharros y dejar todos los espacios limpios, con desinfectantes, me ha hecho sentirme feliz. En resumen, la cabeza la he tenido situada en los demás.
Y qué decir del uso del WhatsApp para saber de mi familia y amistades? Me parece que la conexión ha sido una nota predominante de este confinamiento. Hasta con algunos vecinos por las ventanas de la calle. Sin esta circunstancia quizás no nos hubiéramos conocido nunca.
He tenido y sigo teniendo amigos enfermos por los que rezar y animar con mis palabras. A otras personas les he tenido que dar el pésame por una madre (a más de una) ó por un marido.
Vivimos situaciones muy duras en las que el corazón se llena de pena por tanto sufrimiento. ¿Qué hacer cuando las lágrimas inundan los ojos ? En primer lugar rezar y ponerte a hablar con Dios: "¿Por qué, Dios mío, tanto sufrimiento? ¿Por qué no haber podido despedirse de tantos seres queridos? Por qué, Dios mío? Silencio. Espera. Actitud de escucha y confianza. Abandono ante tanto que supera a nuestro querer... Entonces viene el encontrar en lo profundo del alma que no estoy sola. Tranquila, confía. Y confío que el Señor, que es compasivo y misericordioso, sacará de todo esto, bienes. Por eso, lo que más repito durante esta pandemia es : "¡Corazón de Jesús, en Vos confío!"
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