Llanura y azafrán.

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sábado, 19 de diciembre de 2020

RESET EN NAVIDAD

 


Reset significa reiniciar, reajustar. Vamos tú y yo a reiniciar y a reajustar nuestra vida en esta Navidad tan especial de pandemia mundial. En España estamos viviendo una Navidad especial por eso y por mucho más: nueva ley de educación que va en detrimento de la libertad de los padres, que son los primeros educadores. También se aprobó otra ley, la de la eutanasia. ¿Qué podemos hacer las personas corrientes como yo? No soy político pero tengo que gozar de mis derechos como ciudadana. No soy jueza pero anhelo una justicia para todos. Cuando parece que todo se viene abajo hay una fuerza poderosa que siempre está para ayudarnos: es Jesús, el Niño que va a nacer en Belén. Algunos dirán que es una quimera, que un Niño tan pequeño no puede hacer nada. Además sabemos que vino a la tierra para padecer, como cantamos en el villancico tan popular. Parece una contradicción: viene a salvarnos. En Jesús se cumplen todas las profecías del Antiguo Testamento. Está claro que viene a salvarnos del pecado, de la ofensa a Dios. Yo no soy quién para juzgar a nadie pero los católicos de los partidos que han votado estas leyes que ofenden a Dios y vulneran la dignidad de la persona tendría que pensar en el fondo de su conciencia: Dios me juzgará de todo esto. ¿Cómo puedo reiniciar mi vida? Yo le aconsejaría que hiciera una buena confesión. Si todos queremos vivir bien la Navidad, hagamos una buena confesión de nuestros pecados, de nuestras ofensas a Dios. Es cuando la salvación que nos trae ese Niño de Belén cobrará una fuerza en nuestra alma. Entenderemos porqué ha venido a este mundo para padecer...

sábado, 14 de noviembre de 2020

Delibes nos invita a mirar

 

                                         Foto realizada por Marisa Díaz-Pinés


El pasado 10 de noviembre hubo un acto en la Biblioteca Nacional de España, que me gustó mucho. Intervinieron José Sacristán e Iñaki Gabilondo. Hablaron con cariño y admiración de Miguel Delibes.

El encuentro se fue desarrollando sin prisa, con la calma de poder saborear las palabras de Sacristán al hablar de los personajes de pueblo, con su sabiduría que todavía permanece y que tanto gustaba a Delibes. Iñaki comentó que Miguel le recordaba a su padre como hombre de una pieza. Quedó claro que las obras de Delibes permanecen actuales y que son necesarias como norte de vida, aunque Miguel nunca pretendió adoctrinar a nadie. Destacaron el amor a la Naturaleza del gran Delibes como así lo fue el discurso de su entrada en la Real Academia Española. 

Hicieron reflexiones sobre los jóvenes, al estar ya cumplidos en años, pero todavía trabajando en lo que les gusta: Sacristán representando "Mujer de rojo sobre fondo gris" y Gabilondo, en la SER. Se preguntaron cómo Delibes, escritor y hombre, puede ser punto de referencia a los jóvenes de hoy que van corriendo y quieren lo inmediato. Miguel supo mirar lo que le rodeaba, la Naturaleza, la familia, su trabajo. Y yo también añado que necesitamos educar la mirada y a mi me ayudaron sus libros mientras estuve en vela cuidando a mi padre en el hospital, hasta que falleció. Fueron noches largas junto a su cama, mientras que Miguel me llevaba de la mano en "Diario de un cazador". Entonces trascendía esas paredes blancas de hospital y me iba por los campos de Castilla. 

Sacristán vio la necesidad de fomentar la ilusión en estos tiempos, como lo hizo él de pequeño coleccionando cromos. Contó la anécdota que no hace mucho fueron a su casa a tomar café un matrimonio con su hijo y les enseñó su album de cromos, de niño, que sólo le faltaban cuatro cromos. Al cabo de unos días apareció el hijo de esos amigos con los esperados cuatro cromos. Fue toda una ceremonia pegarlos tras muchos años de espera, con ilusión. Gabilondo añadió que también hoy día hay que soñar y crear. 

Me parece genial: educar la mirada, fomentar la ilusión y aprender a soñar y crear.



domingo, 25 de octubre de 2020

Ordenación de Álvaro Marín en Segovia

                                                 Foto realizada por Marisa Díaz-Pinés




Hoy, 25 de octubre de 2020, Don César Franco, obispo de Segovia, ha ordenado diácono en la catedral a Álvaro Marín. Me alegra enormemente este acontecimiento porque me unen lazos de amistad con su familia. Hoy día de san Frutos, patrón de Segovia, estamos de doble fiesta. Álvaro ha estado preparándose en Salamanca con los estudios de Filosofía y Teología. Va muy preparado para desempeñar su misión que culminará el próximo año con la ordenación de presbítero.
La llamada al sacerdocio es un don de Dios y Álvaro ha respondido afirmativamente al querer divino. Estamos en un tiempo en el que hay escasez de vocaciones. Me pregunto cuál es la causa y respondo que no será por parte de Dios que sigue derramando sus dones. Tal vez la causa es que  los candidatos no oyen la voz del Señor que se manifiesta en el templo y también a través de los acontecimientos de nuestro tiempo. Hay que saber leer entre líneas los periódicos, saber ver las noticias de la tele, andar por la calle y mirar los rostros de las personas. Dios nos manda señales, sin milagrerías. Lo importante es buscar la sintonía con Dios a lo largo de lo que nos acontece. También, imprescindible, pasar ratos con Jesús en la Eucaristía, aunque parezca que no nos dice nada, siempre actúa en nuestros corazones.
En fin, que esta reflexión al filo de la ordenación de diácono de Álvaro nos puede llevar por muchos caminos. A mí personalmente, que vi ayer en la 13 TV un reportaje  de "Misioneros por el mundo", a rezar por los sacerdotes. Recuerdo a uno que salió ayer que era ingeniero agrónomo en Sevilla y dejó su profesión porque Dios le llamaba al sacerdocio para llevar el mensaje del Evangelio hasta los últimos rincones. No sé si a ti te sirve mi reflexión. Espero que si. 

miércoles, 23 de septiembre de 2020

HABLANDO CON CARMEN HERNÁNDEZ PINZÓN

 

             

Carmen Hernández Pinzón con Marisa Díaz-Pinés

        

Carmen, algunas personas no saben que eres sobrina nieta de Juan Ramón Jiménez y quién mejor que tú para darnos a conocer al poeta y a su mujer, Zenobia Camprubí.

Me gustaría –ya sé que es difícil- nos dijeras algunos rasgos más significativos de su personalidad.

Tanto Zenobia como Juan Ramón eran seres extraordinarios, con una calidad humana poco corriente. Destacaría en el poeta su gran honestidad con los demás y con él mismo, por encima de otras muchas cualidades. Zenobia era una mujer muy completa y con muchas virtudes. Ambos era muy carismáticos y seres muy comprometidos con valores  éticos y morales y, sobre todo y por encima de todos, seres entregados a los demás.

Algunos piensan que “Platero y yo” es un libro para niños y yo tengo la experiencia que cuanto más lo leo más me gusta ¿Cómo lo explicarías?

Platero y yo nunca fue escrito para niños y el Nobel así lo reconoció muchas veces. Algunos de sus capítulos son bastantes duros, pero la  primera edición había sido seleccionada para niños y eso encasilló su destino. Que no era para niños lo demuestra que durante bastantes años, de la posguerra, fue un libro censurado. La primera que leyó algunos de los capítulos de Platero fue Zenobia y le hizo ver al poeta que era un libro nada recomendado para niños.

¿Qué es Zenobia para Juan Ramón?

Ella lo era todo para él, amó a su esposa por encima de todo y estuvieron muy enamorados y unidos hasta el final de su vida. Ella murió pensando en él y Juan Ramón sin ella no pudo ni quiso seguir viviendo y murió principalmente de tristeza. Su ausencia le era completamente insoportable.

El matrimonio sale de España en agosto de 1.936 ¿Por qué si luego en América añora a diario su España, especialmente su querida Andalucía?

Juan Ramón era un hombre tremendamente apegado a sus raíces, a su tierra, a su familia, a su patria y a su lengua. En el exilio se sintió vacío, falto de esas raíces que tanto necesitaba para vivir y para trabajar. Los médicos dijeron a Zenobia que si no quería perder a su marido, volviera a España y si no era posible, que lo llevara a algún lugar parecido a su tierra. Y ella decidió ir a vivir a Puerto Rico y en efecto, esa Isla de la simpatía, como él la llamaba, tuvo para él un efecto resucitador.

 

 

Sabemos que Juan Ramón y Zenobia recibieron en su casa a muchos de los poetas de la Generación del 27 ¿Podrías contarnos algo de la generosidad que tuvieron hacia esos jóvenes?

Los acogieron, les enseñaron, Juan Ramón les publicó a todos ellos sus primeros libros y recibieron de él todo el cariño y apoyo. Los poemas de los jóvenes los publicaba en las revistas que hacía el propio poeta. Ellos se portaron muy mal con él, fueron tremendamente ingratos y eso fue muy doloroso para Zenobia y Juan Ramón, que los habían recibido muchas veces en su casa con los brazos abiertos y que les habían enseñado tanto.

Me asombra y admira la fecundidad poética de Juan Ramón. Después de su muerte, en 1.958, se han publicado muchos libros. Explícanos cómo era el trabajo del poeta y cómo es ahora vuestro trabajo de investigación.

 Juan Ramón dejó gran parte de su obra inédita. Su capacidad creadora era tanta que no le daba tiempo a publicar todo lo que creaba. Siempre dio prioridad a la creación por encima de la publicación. Además, cuidaba tanto sus ediciones, sus libros fueron  siempre ejemplo y modelo para los editores, que esto le daba demasiado trabajo. El exilio tampoco ayudó a que pudiera publicar su obra. Él era un poeta congénito, escribir una necesidad vital para él y su forma mejor de enseñar a los demás. Su lenguaje era el del alma.

Nuestro trabajo es tratar de sacar adelante aquellos libros que él dejó inéditos, porque siempre quiso publicarlos. Siempre dijo que lo ideal para él sería que el último día de su vida le diera tiempo a corregir y publicar toda su obra.

Creo que el mejor y mayor homenaje que se puede hacer a un artista, a un creador, es que se conozca su obra y en esa labor estamos. Este año, sin ir más lejos van a salir varios de sus libros inéditos: El Silencio de Oro, Monumento de Amor y el libro dedicado a los niños, Historias. Los dos primeros han salido ya, Historias verá la luz en septiembre.

No me dará tiempo a publicar toda su obra inédita, necesitaría otra vida para ello, pero me conformaría con que al menos sus libros más significativos queden publicados cuando yo ya no esté.

 Podríamos estar hablando horas y horas del poeta y su obra. Vamos a dejarlo aquí. Me gustaría, Carmen, que termines contando la anécdota que me dijiste hace años de un periodista que preguntó a Juan Ramón cuál era su poeta preferido y el poema…

 Juan Ramón contestó que el poeta que más le gustaba era Dios, él admiraba sobre todo a los creadores, y Él era el creador por excelencia. Y la frase más bella que había leído era la que Jesús le dijo al buen ladrón en la Cruz.

 

 

 

 

 

Gracias, Carmen, por tus palabras sinceras, verdaderas, como es la poesía del Nobel. Han sido un regalo para la revista LAZARILLO. Estoy segura que te leerán con agrado no sólo los amigos del libro infantil y juvenil, también en todas las bibliotecas a las que llega esta revista que tiene calidad, como le hubiese gustado a Juan Ramón, que cuidaba tanto todo lo que publicaba.

Termino citando al poeta en la edición de 1914 de Platero y yo:

ADVERTENCIA A LOS HOMBRES QUE LEAN ESTE LIBRO PARA NIÑOS

Este breve libro, en donde la alegría y la pena son gemelas, cual las orejas de Platero, estaba escrito para… ¡qué sé yo pará quién!...para quién escribimos los poetas líricos…Ahora que va a los niños, no le quito ni le pongo una coma. ¡Qué bien!

“Donde quiera que haya niños –dice Novalis-, existe una edad de oro” Pues por esa edad de oro, que es como una isla espiritual caída del cielo, anda el corazón del poeta, y se encuentra allí tan a su gusto, que su mejor deseo sería no tener que abandonarla nunca.

¡Isla de gracia, de frescura y de dicha, edad de oro de los niños; siempre de halle yo en mi vida, mar de duelo; y que tu brisa me dé su lira, alta, y, a veces, sin sentido, igual que el trino de la alondra en el sol blanco del amanecer.

 

 

 

                                   



                             

 

 

jueves, 20 de agosto de 2020

La columna de hierro. TAYLOR CALDWELL. Cicerón y el esplendor del Imperio Romano. Editorial MAEVA

 

                         Foto del acueducto de Segovia realizada por Marisa Díaz-Pinés

El nombre de la autora es Janet Miriam Taylor Holland Caldwell. Nació el 7 de septiembre de 1.900 en Prestwich, Manchester. Sus padres eran escoceses y emigraron a Búfalo (EEUU) cuando ella tenía 6 años. Desde pequeña empezó a escribir y a ilustrar sus propios cuentos. En 1948 recibió la Medalla de Oro de la Liga de Escritoras Americanas, después el Gran Premio Literario, el Premio al Mérito de las “Hijas de la Revolución americana”, también el Premio del Instituto Internacional de Artes y Letras.

Tengo entre mis manos una novela histórica de Marco Tulio Cicerón, abogado, orador, escritor y político romano, del siglo I antes de Cristo. La primera parte narra la infancia y la época de estudiante con el griego Arquías. La segunda parte aprendiendo Leyes, junto a su gran maestro Scaevola y posteriormente como abogado en la defensa de sus clientes. La tercera parte como patriota y político y la cuarta parte, el héroe. Su estilo es elegante y la fuerza ambiental se debe a la concienzuda documentación que la dota de riqueza de detalles que le hace ser un documento histórico lleno de interés de la primera a la última página.

 

Es complejo hacer una síntesis de la novela de 837 páginas en las que se palpan detalles familiares de la vida de Cicerón, todos ellos en el marco de la confianza, respeto y cariño a su abuelo, a su padre, madre y hermano menor. Qué decir de su amor a Roma y a sus Leyes pese a la decadencia  y estado de inmoralidad de los más altos cargos. Cicerón sufre por su amor a Livia y también porque descubre, nada más salir del seno de su familia para ir a estudiar con otros jóvenes, la maldad encerrada en el corazón humano. Es sensible, es poeta, a la vez debe tener la fuerza del peso de la verdad y sabiduría como abogado. Enferma y viaja a Grecia a ser sanado de cuerpo y alma. Le recibe Ático, su editor, con el que ha mantenido correspondencia de más de mil cartas. En Grecia permanece más de dos años, sanándose e inmerso en la cultura que aprendió desde la infancia de su maestro Arquías.

La novela está llena de alusiones a la cultura grecolatina y a la vez repleta de aventuras, de repaso a la Historia de Roma, a las batallas, a los momentos de amistad y de traición.  El balance es que es una novela que te aporta mucho, te entretiene, te hace pensar sobre la bondad y la maldad humana. Es interesante la amistad con su amigo judío y sus conversaciones de la llegada del Mesías haciendo referencia a las profecías.

Sólo me queda animar a leerla.