Ayer, al abrir el buzón de casa, me encontré un regalo de
Reyes Magos: el libro de mi amigo Jorge de Arco, “La lluvia está diciendo para
siempre”. En la dedicatoria dice que son para mí esta “lluvia de versos y
esperanza”. Sería más que suficiente comenzar este 2.017 con poesía y
esperanza. Nuestro caminar se tornaría ligero, optimista y bello.
En la siguiente página me entero que este libro de poemas es
premio Rafael Morales 2.015 ¡Y yo sin saberlo! Claro, Jorge de Arco, digno hijo
de su padre, Carlos Murciano, prefiere no utilizar bombo y platillo, como
cuando ganó el premio internacional San Juan de la Cruz, con “La casa que
habitaste”, en 2.009.
Arrancan los versos en la página 9:
“Mi esperanza es la luz que nos persigue, / la lluvia de
nostalgia/ que rebosa en mis ojos.”
Qué necesaria es la luz en momentos de oscuridad aunque no
exime del dolor y las lágrimas.
“Sortilegios y ausencias/ tiñeron las orillas del ayer, / el
blanco silabario que sostuvo/ los mapas y pañuelos del olvido”
Habla de tiempo, de ausencias, de olvido, tan propio del ser
humano.
“En el azogue vivo de aquel tiempo/ -de aquellas otras
lunas-/ me contemplo y respiro.”
Muy de Jorge es la contemplación, el pararse, el remansar
aquel tiempo, aquellas lunas y después de contemplarse en el tiempo vivido,
respirar. Qué importante la serenidad y la paz interior para poder resurgir: “Y
es ahora, frente al barro de mi sombra,/ cuando se va creciendo/ el huésped
solitario/ que con su mano escribe/ esta febril, mortal misericordia.”
Balance de su obra poética en su madurez aún joven,
reconociendo su limitación mortal, “al barro de mi sombra”. Ya lo dijo la Santa
de Ávila que “la humildad es la verdad”. Aquí ha llegado Jorge, a la verdad de
su palabra que brota febrilmente de su alma de poeta.
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