He vuelto a coger “Meditaciones del Quijote”, primer libro
que publicó Ortega, en 1.914 y que dedicó a Ramiro de Maeztu “con un gesto
fraternal”. Tengo entre mis manos una 1ª edición- 1ª reimpresión de
1.975, en la colección Crisol literario, de Aguilar, el libro es rojo con
letras doradas. Me sumerjo en el apartado “Lector…Hay dentro de toda cosa la
indicación de una posible plenitud. Un alma abierta y noble sentirá la ambición
de perfeccionarla, de auxiliarla para que logre esa plenitud. Esto es amor –el
amor a la perfección de lo amado”.
Por deformación profesional hago un paralelismo con lo que ha
de ser la educación, ese amor al alumno para sacar lo mejor de él. También es
un pensamiento que hará reflexionar a los padres; pero Ortega habla de “dentro
de toda cosa”. Yo diría que es ver todo: la política, la economía, el campo,
la restauración, la estética, el deporte, la moda… con ojos nuevos, con mirada
de amor, de ilusión.
Continúa Don José: “Pregúntese el lector, qué carácter nuevo
sobreviene a una cosa cuando se vierte sobre ella la calidad de amada? (…) Va
ligando el amor cosa y cosa y todo a
nosotros, en firme estructura esencial (…) La inconexión es el aniquilamiento.
El odio que fabrica inconexión, que aísla y desliga”. Qué importante en nuestra época de
individualismo, reflexionar sobre las anteriores palabras para unir, amar, no
odiar. Me venían las imágenes de Alepo y también de nuestras Cortes y pensaba:
¿No podrían llegar a acuerdos para alcanzar al bien común?
Y apostilla Ortega en la misma idea: “Yo quisiera proponer en
estos ensayos a los lectores más jóvenes que yo, únicos a quienes puedo, sin
inmodestia, dirigirme personalmente, que expulsen de sus ánimos todo hábito de
odiosidad y aspiren fuertemente a que el amor vuelva a administrar el universo”. El
maestro hace un llamamiento a los jóvenes y a todas las personas con corazón
grande y mente abierta. Nos dice que nada está perdido si hay buena voluntad
por ambas partes. Este es el mensaje de la Navidad que ha de extenderse a todo
el 2.017.