Llanura y azafrán.

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viernes, 22 de diciembre de 2023

El Mesías de Händel

 


                            

Siempre es bueno fomentar la creatividad, especialmente en Navidad, para buscar ese regalo que sorprenda e ilusione a cada uno de la familia.

Yo te traigo un regalo, querido lector, nada menos que “El Mesias” de Händel. Te contaré algo. Estamos en Londres el 13 de abril de 1737, en casa del compositor. Se oye un golpe en el piso de arriba. Entra el criado al dormitorio y se encuentra al maestro agonizando. Buscan al médico y el criado achaca tal situación al exceso de trabajo y a los problemas que tiene que afrontar cada día. El diagnóstico es una aplopegía, el lado derecho está paralizado. Händel tiene 52 años. Durante cuatro meses no pudo andar ni escribir, tampoco hablar. No se da por vencido. Le llevan a un balneario en Aquisgrán, permanece muchas horas en el agua, hace ejercicio y logra recuperar la movilidad. Regresa a Londres y escribe óperas: Saúl, Israel en Egipto y el Allegro e Pensiero. Muere la reina y se suspenden las representaciones, luego la guerra contra España. Se suceden las contradicciones y Händel, en 1740, entra en un estado depresivo. Deambula por Londres esperando le paguen sus acreedores. El 21 de agosto de 1741 se encuentra al límite de sus fuerzas, entra en el Green Park a respirar aire puro. Regresa a su casa de Brook Street. Al subir a su despacho encuentra un sobre en la mesa, lo abre y es una carta del poeta Jennens. Le dice que le manda un nuevo poema para que le ponga música. Se vió impotente en ese momento y creyó que era una burla. Apartó el papel. Sólo quería dormir, pero no podía. Al fin, se levantó y encendió la luz. Pensó en ese momento si la Providencia le mandaba algo para consuelo de su alma. Se puso al lado del quinqué y leyó en la primera hoja: “El Mesias”, después: “Conmfort ye! “! Consolaos!” Y vio en ese instante una respuesta a su herido corazón. Empieza a pasar hojas con ánimo: “Así habló el Señor”, “Él te purificará”.

Se vio penetrado de una luz a través de las palabras que le mandaba el poeta Jennens. Siguió pasando las hojas. Su tristeza desapareció: “¡Regocíjate!”  “Él es el verdadero Salvador”. Se encontró identificado con el Mesias cuando leyó: “Y Él fue despreciado”/ “Y los que le ven se ríen de Él./ “Y no hubo nadie que consolara al atribulado”.

Se estremece con “La Anunciación del ángel a la Virgen”. Y con el coro en el “Aleluya, Aleluya, Aleluya”. Comprende que también a él el Señor le ha mandado la Palabra de lo alto para que le diera el impulso de la Belleza y llegara su Palabra a todos los hombres. Empezó a escribir unas notas. Le inundaba la felicidad. Así estuvo durante tres semanas sin salir de su habitación. Su criado le pasaba sigilosamente una bandeja con la comida. Las fuerzas le abandonaban, pero seguía creando su obra hasta el final con el “Amén” grandioso, elevado, como si cantaran los propios ángeles. Acabó exhausto el 14 de septiembre. Dicen que durmió 17 horas seguidas y comió en abundancia.

Se trasladó a Dublín donde estrenó “El Mesias”, con la condición que la recaudación fuera siempre para los hospitales y los presos. Eso mismo hizo con las recaudaciones en Londres. Fue un éxito clamoroso.

Se quedó ciego y sordo y continuó componiendo. El 6 de abril de 1759, gravemente enfermo, a los 74 años de edad pidió que lo llevaran al estrado del Covent Garden. Siguió llevando el compás de “El Mesias”, con sus ojos ciegos mirando al cielo, hasta llegar a “Las trompetas sonaron”. Sabía que había cumplido su misión. Lo llevaron a su casa. Falleció el 13 de abril. ¿Coincidencia? Más bien, Providencia.

¡Feliz Navidad en familia con “El Mesias”!

 

 

jueves, 23 de noviembre de 2023

El cariño a Manzanares y a su patrón (En el aniversario de mi padre y hermano)

 


                    

Hoy, 19 de octubre, recuerdo los últimos momentos junto a mi padre, hace 42 años. Fueron momentos duros en los que el Señor me dio fortaleza para no dejarle hasta el final. Le iba diciendo jaculatorias, oraciones breves, que le ayudaran, consolaran y reconfortaran. Después, aguardé a que le trajeran la túnica y medalla de cofrade de nuestro Padre Jesús del Perdón para que, en su ida hacia el Cielo, fuera con la mejor acreditación.

¡Cuánto cariño por su Jesús! Desde pequeña me embobaba con su relato: al conocer que destruyeron la imagen en la guerra, guardó debajo de una baldosa los cliches de las fotos que él le había hecho unos días antes. Al terminar la contienda, mi tía Tere, que tenía un laboratorio fotográfico, pudo hacer fotos con esos cliches y difundir su imagen por medio mundo. Los emigrantes que venían a Manzanares a ver a sus familias y a pasar las fiestas del patrón, aprovechaban pasar por la tienda de mi padre y comprar la querida y bella imagen. Hubo anécdotas muy bonitas como la de un emigrante en un pueblo de Barcelona que se reunía los viernes con varias familias, para rezar a Jesús del Perdón, contemplando su imagen.

¿Por qué cito a mi hermano Manuel en el título? Porque faltan pocos días para su aniversario: falleció el 7 de noviembre de 2021. Heredó de mi padre ese cariño a Jesús del Perdón. Peleó, igualmente, por su Manzanares de La Mancha.

Desde el Cielo seguirán velando por todos nosotros.

miércoles, 22 de febrero de 2023

PAZ

 

      

                                  Foto de Marisa Díaz-Pinés
                                      

 

Siendo una adolescente en mi Manzanares, aprendí “Blowing in de wind”, de Bob Dylan. Nos hacía preguntas sobre la paz, la guerra y la libertad. La respuesta se perdía en el viento.

Más tarde, jovencita, en Londres, escuché por primera vez a John Lenon cantando “Imagine”. Construir un mundo mejor donde haya paz.

En nuestros días, todos conocemos a Lang Lang que empezó a tocar el piano con tres años. Ayuda a través de su Fundación a que miles de niños tengan acceso a la música clásica. Ha dado conciertos benéficos, ha visitado a niños enfermos para ayudarles en su curación. Recojo unas palabras suyas: “Creo que, como músicos, nuestro mensaje es hacer música y crear sinergias entre los corazones de las personas. Intentaré hacer esto para apoyar la paz con toda mi pasión”.

No me resisto a hablar de dos grandes músicos: Mozart, con su “Dona nobis pacem”, que interpreta divinamente la voz de Julie Gaulke. Os animo a oir varias interpretaciones de corales. Transmite un sentimiento inmenso de paz.

El otro gran músico es Beethoven con su Novena Sinfonía. Nos detenemos en el último movimiento, basado en la “Oda a la alegría” de Friedrich Schiller, admirado por Beethoven. Sabemos que desde 1985 es el Himno de la Unión Europea, en la versión adaptada por Herbert Von Karajan. Desde 2021 la partitura original de la Sinfonía se inscribió en el Registro de la Memoria del Mundo de la UNESCO, formando parte de la herencia espiritual de la Humanidad.

Termino mi pequeña reflexión diciendo que aprendí a amar la música en mi familia, con “La rosa del azafrán” y en el coro de los capuchinos, con mi padre. Para mi decir música es decir familia. Si queremos la paz en el mundo empecemos por nuestro hogar, por nuestros corazones.

 

                                                       

 


Ansias de paz

 

                                                            Foto de Marisa Díaz-Pinés                               

Nabuco resuena en mi corazón.

Sus coros claman por esa patria perdida.

La música traspasa el tiempo

y se hacen actuales las notas de Verdi.

 

Los girasoles desaparecen sepultados.

Hace falta la música para

resucitarlos entre las bombas.

Mariupol está destrozada,

Apenas quedan niños y mujeres.

Los soldados combaten con ahínco,

aunque les falten las fuerzas.

 

¿No habrá una música salvadora

en estos momentos de ruido atronador?

La fuerza de los tambores y trompetas

fortalecen a las almas que claman

con una esperanza necesaria.

 

A lo lejos empezamos a oír

DONA NOBIS PACEM.

Es Mozart.