El instante de comenzar a leer
por primera vez fue como un fogonazo de alegría, de dicha que invadió el alma.
Después fue como una escalera en la que subía y subía peldaños. Mi padre me
empezaba a dar las novelas de Julio Verne, en viñetas, de la editorial
Bruguera; también el Quijote para niños. Mi hermano Manolo era un aficionado a
leer “Roberto Alcázar y Pedrín” y también los leía yo. Más tarde, en la
adolescencia, grandes descubrimientos: “La vida sale al encuentro” y los
siguientes, de José Luis Martín Vigil. Poco después encontré un tesoro en la
biblioteca de mi padre: las obras completas de Lajos Zilahy, novelista húngaro
que murió en Serbia en 1974, con nacionalidad estadounidense y húngara. Se me
han quedado grabadas sus descripciones cual pinturas de bosques frondosos
queriéndolos atravesar el sol. Por influencia de mi hermana Tere, Pearl S. Buck,
escritora estadounidense que ganó el Nobel de Literatura en 1938. Vivió en
China desde los tres meses hasta los cuarenta años que regresó a EE.UU. Nació
el 26 de junio de 1892 y murió el 6 de marzo de 1973 en EE.UU. Me atraparon sus
obras: “Viento del este, viento del oeste”, “La buena tierra” y muchas más.
Conocí la cultura china. Fue miembro de la Academia estadounidense de las Artes
y las Letras. Lo que más me impresionó de su obra fueron los valores humanos.
Estudiando Magisterio en
Ciudad Real, me influyó mi amiga Esperanza Rivero en el conocimiento de Antonio
Machado a través de las canciones de Serrat y aprendí también las que cantaba
en catalán con la ayuda de un diccionario. Amaba el castellano y el catalán,
como una madre ama a su hijo.
Juan Ramón Jiménez, con su
“Platero y yo” me introdujo al mundo de la belleza desde niña e hice mis
pinitos muy joven escribiendo sobre ese burrito tan querido; años más tarde lo
publiqué: “Hablando con el Platero de Juan Ramón”, prosa poética en inglés y
español. Le pedí a la sobrina nieta del poeta, Carmen Hernández Pinzón, que me
hiciera el prólogo y ese fue el comienzo de meterme de lleno en el mundo
juanramoniano.
Ya en la Universidad, en un
seminario de Literatura inglesa sobre Tomás Moro, trabajamos “Utopía”. Profundicé
en su vida gracias a la biografía de Andrés Vázquez de Prada. Descubrí a John
Keats, poeta romántico y una lista interminable de autores ingleses.
Seguiría escribiendo hasta el
infinito de las lecturas que me han gustado en mi vida. Continuaré.
Marisa,muchas gracias por este recorrido en tu formación lit ,eraria,buenos y grandes maestros paro mi un libro es un gran amigo,siempre lo tengo,me enseña,me hace pensar,me divierte,me acompaña..una suerte podernos recrear en ellos..feliz día del libro,y un millón de gracias por compartir esta vivencias
ResponderEliminarUn gran abrazo
Blanca, gracias por tu comentario tan bonito: un libro es un amigo que te acompaña. Un abrazo muy grande
ResponderEliminarYo he empezado a leer tarde pero lo he cogido con ganas y Marisa con el club que creo en Segovìa y del que se ocupó con mucho afán contribuyo a que conociera autores y obras muy interesantes. De nuevo en su blog nos habla de sus joyas literarias a lo largo de parte de su vida para ensalzar el valor del libro como una caja de ilusiones y unu indudable fuente de conocimientos y experiencias
ResponderEliminarCarmen, eres muy lectora. Te agradezco el comentario. Fueron momentos de amistad y lectura, con el aroma de nuestro té. Un abrazo
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