Mancha de blanca quietud,
de tejados y ventanas,
de mujeres en corrales
y de hombres en las cuadras.
Mancha de gran horizonte,
de domingos y muchachas,
de viejas con pañuelos negros
y de vino en las tinajas.
Hoy me uno a tu llanura,
a tu cal y a tus ventanas,
a los surcos que se rompen
en la inmensidad del alma.
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