fotografía realizada por M Díaz-Pinés
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A todos los juanramonianos nos
gusta volver a leer y releer la obra de nuestro poeta: IDEOLOJÍA (METAMÓRFOSIS
IV), CANCIÓN, UN ANDALUZ DE FUEGO. ESPAÑOLES DE TRES MUNDOS, POR EL CRISTAL AMARILLO,
POLÍTICA POÉTICA, ANTOLOGÍAS y un largo etcétera. Igualmente gozamos al leer la
BIBLIOGRAFÍA DE JUAN RAMÓN JIMÉNEZ de Antonio Campoamor y nos maravillamos
cuando llegamos al final con el número 11.915: JUAN RAMÓN JIMÉNEZ: DIARIO DE UN
POETA. Documental en color.
Es admirable comprobar la gran cantidad de ediciones de PLATERO Y YO,
en numerosísimos idiomas. Tal vez el mayor asombro que tuve respecto a Juan
Ramón fue el comprobar el reconocimiento de su obra en Puerto Rico y en
distintas Universidades americanas; por ello, quiero traer a mi blog, algo que
J R dijo en la Universidad de DUKE sobre La vocación en maestros y
discípulos, recogida en POLÍTICA POÉTICA, título que el poeta
quiso poner sacado de una conferencia pronunciada en Madrid el 15 de junio de
1936 y llamada después El trabajo gustoso. Esta es una obra de
madurez del poeta, perteneciente a la etapa entre 1936 y 1954, periodo del
exilio y su residencia americana.
Confío que Juan Ramón desea hacer llegar sus palabras al alma del
profesor, del maestro, para regalarnos grandes dosis de ilusión:
(...)Como testigo
voy a hablar o a leer algunas notas, sin otra pretensión que la de contribuir
modestamente a un tema tan rico y tan fértil como es este de la enseñanza, que
para mi ha de ser una verdadera vocación en el mismo grado que lo son la
vocación poética o la relijiosa, por ejemplo(...) Siempre he creído (y lo he
escrito en otra ocasión) que quien llega a un nivel determinado en una
disciplina cualquiera (arte, relijión, ciencia, etc) llega fatalmente a
cualquiera otra disciplina, aun cuando no la profese ni la practique; es decir,
que un poeta exijente, por ejemplo, cuando oiga hablar de química, exijirá en
el que habla la misma exijencia que él tiene en poesía. Esto ocurre porque la
cultura particular supone un cultivo jeneral.
Cultura y cultivo tienen que marchar siempre de acuerdo. Y el acuerdo es
muy importante en la relación entre discípulo y maestro, ya que tanto se
cultura y se cultiva el maestro esplicando, como el discípulo
oyendo. La unidad de avance entre maestro y discípulo es el secreto más pródigo
de la enseñanza. Si no existe esa unidad, poca ilusión puede haber en uno ni en
otro; y si no hay ilusión en ellos, la enseñanza y el aprendizaje no existen.
La ilusión,
la alegría, la ambición, el amor son necesarios para la enseñanza correspondida
y sin esas fuentes no es posible que despierte una vocación, ni es posible
continuarla si se ha encontrado(...)
Pensemos en
un maestro que tiene que ir a enseñar a una ciudad poco importante, donde los
elementos jenerales de cultura son escasos o vulgares. Si ha cultivado su
intelijencia y su espíritu, podrá conseguir quizás formar un oasis en esa
ciudad aislada. Las universidades y las escuelas deben ser oasis de gozo, ya
que la enseñanza no puede considerarse como un medio de vida, aunque de ella se
viva, sino como un fin que va consumiendo la vida como alimento; porque la
parte material necesaria para vivir física y moralmente sería también más
suficiente si los administradores universitarios pudieran contajiarse
también de la ambición de los administrados, de la alegría, el amor, la ilusión
que emanara de lo íntimo de la universidad (...)
¿Qué le
importa a un muchacho leer deprisa y sin sentido la obra de Cervantes, por
ejemplo, si no tiene tiempo luego ni ganas, por su cansancio inútil, de
contemplar la naturaleza y su vida?
Lo
importante en la enseñanza es la calidad que se destila por el maestro en el
espíritu del estudiante y la calidad de la exijencia de éste: gotas de oro,
chispas de diamante, y mucho espacio y mucho tiempo para colmar despacio la
vocación. El ocio lleno debe ser también cultivado en las universidades;
descanso lento debajo del árbol de la existencia, donde dejar que se ajusten
las clavijas de la conciencia sucesiva. Este pensar con tiempo traería el
respeto considerado entre discípulo y maestro, respeto basado en la confianza y
en los dos sentidos de ella: confianza como franqueamiento simpático de entrega
segura y confianza en la verdad de la experiencia del maestro.
La enseñanza no
puede ser burda, majadera, barata, pero sí debe ser alegre y viva (...)
No es
cuestión de copiar íntegra la conferencia de Juan Ramón, sólo he entresacado
los párrafos que me han parecido más alentadores para nuestra tarea educativa.
El poeta
contemplaba la Belleza en lo pequeño, en lo diario y yo os invito a visitar su
web: www.juanramonjimenez.com; también
os animo a hacer concursos entre los alumnos, por ejemplo para los de Primaria,
que ilustren un poema de Juan Ramón y para los de Secundaria y Bachillerato que
seleccionen un poema y lo continúen con su propia creación. Todo ello implica
hacer talleres de poesía para familiarizarse antes con el poeta. Seguro que
algunos de vosotros tenéis ideas maravillosas de creación literaria.
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