Llanura y azafrán.

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jueves, 9 de octubre de 2014

Zenobia y los niños

Zenobia Camprubí: Mujer y escritura autobiográfica. Simposio internacional en La Rábida 2006-08



                   “Platero no sé si entenderás  o no lo que te digo: pero ese niño tiene en su mano mi alma”
                                           Juan Ramón Jiménez. Platero y yo. 27. El Niño y el agua.





INTRODUCCIÓN


Es costoso separar a Zenobia de Juan Ramón en cualquier faceta de sus vidas porque el amor profundo  les llevó a compartir hasta lo mas menudo y cotidiano.
Por otra parte hablar de los niños relacionándolos con la vida de Zenobia es algo audaz teniendo en cuenta la influencia  de los niños en la vida de Juan Ramón.
Deseo que el poeta sea el que nos lleve de la mano a descubrir la relación de Zenobia con los niños.



  1. MALGRAT

Es el relato autobiográfico de Zenobia Camprubí, cuyo original está depositado en el Archivo Histórico Nacional. La autora recuerda sus cuatro primeros años de vida en el lugar donde nació: Malgrat, pueblo barcelonés.
Relata que abandonaron la quinta  el verano que cumplió los cuatro años, sin embargo son recuerdos claros desde la perspectiva de una niña. Por ejemplo: Me acuerdo que las vereditas estaban alfombradas de cascajo y que el jardín parecía un bosque de rosales... Se comprende esa visión de niña pequeña, así como :Otro detalle de aquel verano de 1891 que recuerdo claramente es que vino a casa un señor que llevaba zapatos de lona blanca con aplicaciones de cuero amarillo. En ambos recuerdos se comprueba la pequeña estatura al fijarse en lo que está a su nivel de visión. Por otra parte, Zenobia cuenta en Malgrat : Un rincón sólo me gustaba: era el del depósito del agua. El depósito estaba abierto por un lado, el sol llegaba al agua y se reflejaba en el techo. ¡Qué reflejos tan bonitos! ¡ A mi me gustaba venir a verlos!

He querido dar comienzo por un relato autobiográfico de la primera infancia de Zenobia, porque solo es posible una relación auténtica con los niños cuando uno mismo sabe encontrar su infancia y traerla cercana, viva, fresca.



2.ZENOBIA. LOS NIÑOS. LA RÁBIDA.


En 1909 D. Raimundo Camprubí era ingeniero jefe del puerto ovetense y Zenobia tuvo la iniciativa de dar clases a un grupo de 19 niños de La Rábida y alrededores. Ella misma lo contó en una entrevista que le hizo Ramuncho Gómez para la revista argentina El hogar con fecha 3 de septiembre de 1948: “ Cuando tenía 20 años fui maestra voluntaria en Andalucía, con unos rapazuelos que no tenían quien les enseñara las primeras letras”


Unos años después Zenobia le encarga a Juan Ramón (que todavía no estaba casado con ella) que cuando vaya a Moguer a pasar el verano, entregue unos presentes en La Rábida e intente convencer a los padres de una niña ciega de que les dejaran traerla a Madrid para que la vieran los médicos. Ella se encontraba en un pueblo de Navarra acompañando a su madre porque le sentaba mejor ese clima.


Ambos momentos constatan su amor por los niños con hechos, no es sentimentalismo, sino fruto de una mente creativa que le lleva a resolver los problemas sociales y a no desentenderse de ellos sino afrontarlos con realismo.
  


3.  ZENOBIA Y LOS NIÑOS EN MADRID



Si en el apartado anterior ha sido en La Rábida, en una escuelita, con una niña ciega..., ahora, desde Madrid, su amor a los niños se hace universal.

En 1931 Valdés y Palazón encargarán a Juan Ramón un antología de su obra para lectura en las escuelas, cuya selección realizó Zenobia con gran entusiasmo, como así cita Rafael Alarcón Sierra (1).

El 24 de diciembre de 1932 salió en la editorial Signo Poesía en prosa y verso (1902-1932) de Juan Ramón Jiménez. Escojida para los niños por Zenobia Camprubí Aymar. La primera edición de 2000 ejemplares se agotó antes de llegar a librerías porque fue pedida casi entera por las Misiones Pedagógicas.

La relación de Zenobia con los niños para darles alimento espiritual se complementa con remediar las carencias mas elementales, como ocurrió en 1936: Ambos, Juan Ramón y Zenobia, acogieron a 12 niños en el nº 65 de la calle Velázquez. Trabajaron para la Junta de Protección de Menores del Ministerio de Justicia. Tuvieron que empeñar objetos de plata y joyas en el Monte de Piedad, para sacar adelante a esos 12 niños. (La pequeña renta de Zenobia de EE.UU no podía llegar en esos momentos.

(1)  Pasión Perfecta. R. Alarcón Sierra, pag. 144. Espasa.
Antonio Campoamor lo amplía en su obra Nueva Biografía (2): No contentos con eso, Zenobia visita diariamente un viejo convento de la calle Fúcar donde están recogidos decenas de niños abandonados a su propia suerte, para ayudar en las tareas domésticas e intentar ser útil en la forma que dispongan las circunstancias.



También Campoamor destaca que Zenobia ha colaborado en el Comité Femenino de Higiene Popular, ha sido una de las fundadoras de la Enfermera a domicilio, grupo que llevaba a los niños a dispensarios y los proveía de alimentos y medicinas.



Hasta ahora hemos visto su capacidad de iniciativa para resolver los problemas de los niños con una generosidad sin límites e incluso asociándose y fundando otros cauces para hacer el bien que hasta entonces no los había.
Se va comprendiendo desde el comienzo de su trayectoria que es una adelantada a su tiempo, poniendo por encima de todo su entrega generosa, en este caso para ayudar a los niños.



Por los niños rompe esquemas sociales que había en su época, como es el dedicarse a tareas de servicio doméstico en el convento de la calle Fúcar, cuando en su casa habían tenido muchas personas a su servicio. Zenobia tiene tal personalidad que no se queda nunca en los respetos humanos; va mas allá siempre, busca hacer el bien a pesar de las dificultades.


(2)  Nueva Biografía. A. Campoamor. Pag. 95. Sevilla 2001. Correo de Andalucia.


4. ZENOBIA Y LOS NIÑOS DESDE AMÉRICA




Durante su estancia en Nueva York en septiembre de 1936, Juan Ramón y Zenobia organizan una suscripción en el diario La Prensa (de José Camprubí) a favor de la protección de Menores  de Madrid para los niños víctimas de la guerra, hasta mediados de marzo de 1937. Se remitieron a España más de 2000 dólares.

Zenobia se dedicó con todas sus fuerzas a esta tarea patrocinando conferencias para dar a conocer esta obra social en el ámbito americano.


En Juan Ramón y yo de Zenobia Camprubí, ella cuenta que al poco de llegar a Puerto Rico, en una reunión con un grupo de niñitos puertorriqueños uno de ellos le dijo a Juan Ramón: Y, es claro, como se murió “Platero”, tuvo que casarse con usted.
Esta anécdota llena de ternura la recoge ella, prueba que le emocionan los niños.


Esa sensibilidad maternal de Zenobia que no pudo tener hijos le impulsa al deseo de querer adoptar un niño vasco (3). Fue antes de ir Juan Ramón a llevar regalos a los niños republicanos evacuados de España para Méjico y que hacían escala en La Habana, donde ellos estaban entonces residiendo, mientras se libraba la guerra civil española.


El 15 de febrero muere en el frente de Teruel Juan Ramón Jiménez Bayo, sobrino y ahijado de Juan Ramón. En contraste con tan triste suceso y casi por los mismos días, Zenobia tiene la alegría de recibir noticias de los niños que tuvo a su cargo en Madrid: la Junta de Menores los ha puesto bajo la protección del Consell Municipal del pueblo barcelonés de Castellar del Vallés y todos disfrutan de excelente salud.
  
(3)  Diario I  pag. 43 y 49-50 de Zenobia Camprubí



CONCLUSIÓN



Quisiera terminar con algo que me parece emotivo y muestra quién es Zenobia hasta el último momento:
 El 25 de diciembre de 1956 la confirmación del Nobel, la recibió Juan Ramón en la hora de su mas hondo dolor, la agonía de Zenobia, con las manos de ella sobre las suyas cuando entró el rector de la Universidad, doctor Jaime Benítez y leyó el telegrama de la Academia sueca. Ella hizo un esfuerzo, abrió sus ojos verdes. Miró a los profundos y sombríos de su marido, y sonrió leve y desdibujadamente. Hacía ya dos días que no podía hablar. Juan Ramón cerró los suyos con intensa amargura y empezó a sollozar tristemente. Al darse cuenta del acontecimiento Zenobia comenzó a entonar, con tatareo apenas audible, los tiernos compases del villancico español “Ábreme la puerta, Niñito Jesús” y estalló en sollozos también ella.(4)





Toda su vida fue ayudar, especialmente a los niños y en el último instante acude a Jesús Niño pidiéndole que le abriese la puerta del Cielo, premio a una vida llena, generosa, sin medida.

  
(4) Nueva Biografía.A. Campoamor. Pag. 153-154. Sevilla 2001.






La alegría de la espera

              
 
                                 
                                             Siempre hay una esperanza y más en Navidad

                                                

Estaba sola en la sala de espera de la estación. Deseaba ver una cara conocida entre aquella multitud. Me habían dado las vacaciones. El tren llegó, subí, estaba confortable, me instalé; ante mi vista pasaban los campos nevados. Mi corazón se aceleraba conforme se aproximaba mi pueblo: tenía la esperanza de encontrar a mis seres queridos en el andén. Era Navidad.