Zenobia Camprubí: Mujer y escritura autobiográfica. Simposio internacional en La Rábida 2006-08
“Platero no
sé si entenderás o no lo que te digo:
pero ese niño tiene en su mano mi alma”
Juan
Ramón Jiménez. Platero y yo. 27. El Niño y el agua.
INTRODUCCIÓN
Es costoso separar a Zenobia de Juan Ramón en
cualquier faceta de sus vidas porque el amor profundo les llevó a compartir hasta lo mas menudo y
cotidiano.
Por otra parte hablar de los niños
relacionándolos con la vida de Zenobia es algo audaz teniendo en cuenta la
influencia de los niños en la vida de
Juan Ramón.
Deseo que el poeta sea el que nos lleve de la
mano a descubrir la relación de Zenobia con los niños.
- MALGRAT
Es el relato autobiográfico de Zenobia
Camprubí, cuyo original está depositado en el Archivo Histórico Nacional. La
autora recuerda sus cuatro primeros años de vida en el lugar donde nació:
Malgrat, pueblo barcelonés.
Relata que abandonaron la quinta el verano que cumplió los cuatro años, sin
embargo son recuerdos claros desde la perspectiva de una niña. Por ejemplo: Me
acuerdo que las vereditas estaban alfombradas de cascajo y que el jardín
parecía un bosque de rosales... Se comprende esa visión de niña
pequeña, así como :Otro detalle de aquel verano de 1891 que recuerdo
claramente es que vino a casa un señor que llevaba zapatos de lona blanca con
aplicaciones de cuero amarillo. En ambos recuerdos se comprueba la
pequeña estatura al fijarse en lo que está a su nivel de visión. Por otra
parte, Zenobia cuenta en Malgrat : Un rincón sólo me
gustaba: era el del depósito del agua. El depósito estaba abierto por un lado,
el sol llegaba al agua y se reflejaba en el techo. ¡Qué reflejos tan bonitos! ¡
A mi me gustaba venir a verlos!
He querido dar comienzo por un relato
autobiográfico de la primera infancia de Zenobia, porque solo es posible una
relación auténtica con los niños cuando uno mismo sabe encontrar su infancia y
traerla cercana, viva, fresca.
2.ZENOBIA. LOS NIÑOS. LA RÁBIDA.
En 1909 D. Raimundo Camprubí era ingeniero
jefe del puerto ovetense y Zenobia tuvo la iniciativa de dar clases a un grupo
de 19 niños de La Rábida y alrededores. Ella misma lo contó en una entrevista
que le hizo Ramuncho Gómez para la revista argentina El hogar con
fecha 3 de septiembre de 1948: “ Cuando tenía 20 años fui maestra
voluntaria en Andalucía, con unos rapazuelos que no tenían quien les enseñara
las primeras letras”
Unos años después Zenobia le encarga a Juan
Ramón (que todavía no estaba casado con ella) que cuando vaya a Moguer a pasar
el verano, entregue unos presentes en La Rábida e intente convencer a los
padres de una niña ciega de que les dejaran traerla a Madrid para que la vieran
los médicos. Ella se encontraba en un pueblo de Navarra acompañando a su madre
porque le sentaba mejor ese clima.
Ambos momentos constatan su amor por los
niños con hechos, no es sentimentalismo, sino fruto de una mente creativa que
le lleva a resolver los problemas sociales y a no desentenderse de ellos sino
afrontarlos con realismo.
3. ZENOBIA Y LOS NIÑOS EN MADRID
Si en el apartado anterior ha sido en La
Rábida, en una escuelita, con una niña ciega..., ahora, desde Madrid, su amor a
los niños se hace universal.
En 1931 Valdés y Palazón encargarán a Juan
Ramón un antología de su obra para lectura en las escuelas, cuya selección
realizó Zenobia con gran entusiasmo, como así cita Rafael Alarcón
Sierra (1).
El 24 de diciembre de 1932 salió en la
editorial Signo Poesía en prosa y verso (1902-1932) de Juan Ramón
Jiménez. Escojida para los niños por Zenobia Camprubí Aymar. La primera
edición de 2000 ejemplares se agotó antes de llegar a librerías porque fue
pedida casi entera por las Misiones Pedagógicas.
La relación de Zenobia con los niños para
darles alimento espiritual se complementa con remediar las carencias mas
elementales, como ocurrió en 1936: Ambos, Juan Ramón y Zenobia, acogieron a 12
niños en el nº 65 de la calle Velázquez. Trabajaron para la Junta de Protección
de Menores del Ministerio de Justicia. Tuvieron que empeñar objetos de plata y
joyas en el Monte de Piedad, para sacar adelante a esos 12 niños. (La pequeña
renta de Zenobia de EE.UU no podía llegar en esos momentos.
(1) Pasión Perfecta. R. Alarcón Sierra,
pag. 144. Espasa.
Antonio Campoamor lo amplía en
su obra Nueva Biografía (2): No contentos con eso, Zenobia
visita diariamente un viejo convento de la calle Fúcar donde están recogidos
decenas de niños abandonados a su propia suerte, para ayudar en las tareas
domésticas e intentar ser útil en la forma que dispongan las circunstancias.
También Campoamor destaca que
Zenobia ha colaborado en el Comité Femenino de Higiene Popular, ha sido una de
las fundadoras de la Enfermera a domicilio, grupo que llevaba a
los niños a dispensarios y los proveía de alimentos y medicinas.
Hasta ahora hemos visto su
capacidad de iniciativa para resolver los problemas de los niños con una
generosidad sin límites e incluso asociándose y fundando otros cauces para
hacer el bien que hasta entonces no los había.
Se va comprendiendo desde el
comienzo de su trayectoria que es una adelantada a su tiempo, poniendo por
encima de todo su entrega generosa, en este caso para ayudar a los niños.
Por los niños rompe esquemas
sociales que había en su época, como es el dedicarse a tareas de servicio
doméstico en el convento de la calle Fúcar, cuando en su casa habían tenido
muchas personas a su servicio. Zenobia tiene tal personalidad que no se queda
nunca en los respetos humanos; va mas allá siempre, busca hacer el bien a pesar
de las dificultades.
(2) Nueva Biografía. A. Campoamor. Pag.
95. Sevilla 2001. Correo de Andalucia.
4. ZENOBIA Y LOS NIÑOS DESDE AMÉRICA
Durante su estancia
en Nueva York en septiembre de 1936, Juan Ramón y Zenobia organizan una
suscripción en el diario La Prensa (de José
Camprubí) a favor de la protección de Menores
de Madrid para los niños víctimas de la guerra, hasta mediados de marzo
de 1937. Se remitieron a España más de 2000 dólares.
Zenobia se dedicó con todas sus
fuerzas a esta tarea patrocinando conferencias para dar a conocer esta obra
social en el ámbito americano.
En Juan Ramón y yo
de Zenobia Camprubí, ella cuenta que al poco de llegar a Puerto Rico, en una
reunión con un grupo de niñitos puertorriqueños uno de ellos le dijo a Juan
Ramón: Y, es claro, como se murió “Platero”, tuvo que casarse con usted.
Esta anécdota llena de ternura
la recoge ella, prueba que le emocionan los niños.
Esa sensibilidad maternal de
Zenobia que no pudo tener hijos le impulsa al deseo de querer adoptar un niño
vasco (3). Fue antes de ir Juan Ramón a llevar regalos a los niños republicanos
evacuados de España para Méjico y que hacían escala en La Habana, donde ellos
estaban entonces residiendo, mientras se libraba la guerra civil española.
El 15 de febrero muere en el
frente de Teruel Juan Ramón Jiménez Bayo, sobrino y ahijado de Juan Ramón. En
contraste con tan triste suceso y casi por los mismos días, Zenobia tiene la
alegría de recibir noticias de los niños que tuvo a su cargo en Madrid: la
Junta de Menores los ha puesto bajo la protección del Consell Municipal del
pueblo barcelonés de Castellar del Vallés y todos disfrutan de excelente salud.
(3) Diario I pag. 43 y 49-50 de Zenobia Camprubí
CONCLUSIÓN
Quisiera terminar con algo que
me parece emotivo y muestra quién es Zenobia hasta el último momento:
El 25 de diciembre de 1956 la confirmación del
Nobel, la recibió Juan Ramón en la hora de su mas hondo dolor, la agonía de
Zenobia, con las manos de ella sobre las suyas cuando entró el rector de la
Universidad, doctor Jaime Benítez y leyó el telegrama de la Academia sueca.
Ella hizo un esfuerzo, abrió sus ojos verdes. Miró a los profundos y sombríos
de su marido, y sonrió leve y desdibujadamente. Hacía ya dos días que no podía
hablar. Juan Ramón cerró los suyos con intensa amargura y empezó a sollozar
tristemente. Al darse cuenta del acontecimiento Zenobia comenzó a entonar, con
tatareo apenas audible, los tiernos compases del villancico español “Ábreme la
puerta, Niñito Jesús” y estalló en sollozos también ella.(4)
Toda su vida fue ayudar,
especialmente a los niños y en el último instante acude a Jesús Niño
pidiéndole que le abriese la puerta del Cielo, premio a una vida llena,
generosa, sin medida.
(4) Nueva Biografía.A. Campoamor. Pag. 153-154. Sevilla
2001.