TOLEDO Y
EL GRECO(1541-1614)
Qué difícil
plasmar mi amor a Toledo y al Greco. Hay sentimientos tan profundos porque se
fueron asentando en el alma de niño; de esa niña que fui cuando mi madre,
toledana, me daba la papilla y me dormía al son del “Huésped del sevillano”.
Qué placenteras las noches de verano manchegas, en esas tertulias
familiares, tomando el fresco y oyendo a
mamá relatos de Toledo, hasta que papá decía que se hacía tarde y los niños
voceábamos: “¡Sigue, sigue, más, más…!”
Esas idas
desde Madrid para estar en el Corpus desde el momento que sale de la catedral
al compás de la Marcha Real y acompañarlo después por las callecitas con olor a
tomillo y romero.
¡Cómo me
sigue deleitando leer a Marañón en “Elogio y nostalgia de Toledo”! ¡Cuántas
horas pasadas frente a “El entierro del Señor de Orgaz”, queriendo descubrir el
alma del difunto que sube cual recién nacido a meterse por el “útero” a la vida
sobrenatural, que es la parte celestial.
En el Museo
del Prado encontré grandes maestros que me enseñaron a contemplar a mi pintor.
Recuerdo un curso, a puerta cerrada, con los mejores especialistas de distintas
universidades del mundo, para ver la influencia de El Greco en los pintores
impresionistas.
Este año
celebramos el 400 aniversario de la muerte del cretense y yo quiero rendirle
homenaje desde esta pequeña semblanza en la que quiero aunar Toledo con El
Greco. Es curioso, cuando voy a otros lugares y contemplo Grecos, por ejemplo
en la National Gallery en Londres, echo en falta a Toledo. Lo añoro.
Toledo es
para pasearlo y descubrir rincones
(sería objeto de otro artículo): Santa Leocadia y a la vuelta, Santo Domingo el
Antiguo, donde “dicen” que está enterrado el Greco…Los cobertizos al
atardecer…Santo Domingo el Real con su plaza llena de Becquer (y de Marañón)…La
Catedral que siempre nos espera con su transparente que parece el cordón
umbilical de la tierra con el Cielo. La Sacristia que nos introduce al Expolio
con esos ojos de Cristo que parecen contener todo el llanto del mundo.
Y me quedo
aquí para que cada uno continúe el itinerario por Toledo y El Greco, que es de
todos, no sólo de los toledanos.
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