Mi hermano Manuel José
Recuerdo mis años pasados en
Las Palmas y especialmente un 24 de enero, en la iglesia de San Francisco,
llena de gente: era la Misa por el patrón de los periodistas y escritores. Todos se dieron cita allí.
Mi padre escribió durante toda
su vida. Desde pequeña oí el teclear de su máquina de escribir hasta altas
horas de la noche. También mi hermano Manuel cogió esa costumbre impulsado por
el amor a su pueblo, Manzanares de La Mancha.
No quiero dejar de recordar al
grandísimo poeta, Octavio Díaz-Pinés, académico de la Real Academia de las
Buenas Letras de Córdoba.
¿Qué decir hoy en mi blog
después del parón de duelo por mi hermano? Que la vida sigue hasta que Dios lo
disponga. Estamos en sus manos. Le digo: “Señor, escribe conmigo, dime qué es
lo que tengo que decirles de tu parte”. Entonces, en un susurro en el alma me
dice que estemos contentos, que no tengamos miedo ni al presente ni al futuro y
que miremos al pasado con agradecimiento.
Sí, estamos todavía en
pandemia y con muchos contagios. Tenemos que ser prudentes pero sin temores. Lo
nuestro es lo ordinario: la compra, el trabajo, la amistad y también, más que
nunca, la expansión y diversión en familia. Es un tiempo para leer y compartir
esas lecturas. Me preguntarás si he leído y te diré que sí, desde a Julia
Navarro a “Dios en la poesía actual” (Antología) Adonáis 661-662, aquí está
incluido mi amigo y paisano, Federico Gallego Ripoll, uno de los mejores poetas
contemporáneos. Igualmente, Jorge de Arco y otros grandes poetas. No me han
faltado algunas novelas de Stefan Zweig y obras de Mariano Fazio con su
capacidad de síntesis sin perder amenidad.
Seguiría con muchas más pero
las dejo para otro momento.
Me despido agradeciendo a los
periodistas su trabajo diario por escribir y darnos a conocer, con objetividad,
lo que ocurre en nuestro mundo y contribuir con la verdad de los hechos a
hacerlo mejor.