El Niño nació en Belén entre la mula y el buey
y tú sufriste al ver tanta pobreza de un Rey.
Toda tu vida fue siempre enjoyar a quien merecía
todas las piedras preciosas que este mundo contenía.
Hoy un rubí para el Niño y una perla "pa" su Madre,
mañana serán diamantes y esmeraldas "pa" alegrarle.
¿Cómo pudiste conseguir tan ricas piedras al Niño
siendo sólo carpintero en un rincón tan perdido?
Las piedras eran mis lágrimas de amor por María y Jesús
que cuajaban en destellos al contemplar a la Luz.
El reflejo de Jesús en nuestra mirada siempre
es lo que nos hace ser piedras preciosas y alegres.
Marisa Díaz-Pinés