Hoy, 25 de octubre de 2020, Don César Franco, obispo de Segovia, ha ordenado diácono en la catedral a Álvaro Marín. Me alegra enormemente este acontecimiento porque me unen lazos de amistad con su familia. Hoy día de san Frutos, patrón de Segovia, estamos de doble fiesta. Álvaro ha estado preparándose en Salamanca con los estudios de Filosofía y Teología. Va muy preparado para desempeñar su misión que culminará el próximo año con la ordenación de presbítero.
La llamada al sacerdocio es un don de Dios y Álvaro ha respondido afirmativamente al querer divino. Estamos en un tiempo en el que hay escasez de vocaciones. Me pregunto cuál es la causa y respondo que no será por parte de Dios que sigue derramando sus dones. Tal vez la causa es que los candidatos no oyen la voz del Señor que se manifiesta en el templo y también a través de los acontecimientos de nuestro tiempo. Hay que saber leer entre líneas los periódicos, saber ver las noticias de la tele, andar por la calle y mirar los rostros de las personas. Dios nos manda señales, sin milagrerías. Lo importante es buscar la sintonía con Dios a lo largo de lo que nos acontece. También, imprescindible, pasar ratos con Jesús en la Eucaristía, aunque parezca que no nos dice nada, siempre actúa en nuestros corazones.
En fin, que esta reflexión al filo de la ordenación de diácono de Álvaro nos puede llevar por muchos caminos. A mí personalmente, que vi ayer en la 13 TV un reportaje de "Misioneros por el mundo", a rezar por los sacerdotes. Recuerdo a uno que salió ayer que era ingeniero agrónomo en Sevilla y dejó su profesión porque Dios le llamaba al sacerdocio para llevar el mensaje del Evangelio hasta los últimos rincones. No sé si a ti te sirve mi reflexión. Espero que si.